Debes tener en cuenta
que en una ocasión
me dejé llevar
por el viento del oeste
cerré los ojos,
sentí sus caricias,
jugó con mi falda
me arrullé en sus brazos.
Cuando se hizo la calma
me ahogaba en sueños
mirando la veleta
y desesperada,
y desesperada,
volví el rostro
por saber de sus vuelos.
Convertida en piedra
¿qué me pides?
¿Qué esperas de mí?